Los fragmentados

Entrevista con el psicólogo guatemalteco Marco Antonio Garavito, director de la Liga Guatemalteca de Higiene Mental en su sede institucional del Centro de la Ciudad de Guatemala. Un encuentro con uno de los promotores de la salud mental más relevantes del país en la actualidad, y con un destacado sujeto humanista, ciudadano y filósofo social.  
Diálogo sobre polarización. Su experiencia reciente como víctima de violencia política. Del largo y complejo proceso de la búsqueda y reencuentro con sus familias biológicas, de centenares de niños desaparecidos durante la guerra interna y su deuda pendiente. De la crisis de relación social de hoy, individualismo; y los aún posibles caminos a la esperanza y hacia el reencuentro de la sociedad.

El país de la posguerra y el conflicto existencial de su gente a través de sus ojos.  







Por: Christian Echeverría. 
Lunes 21 de enero de 2013.
Foto: Revista Sala de Redacción




Llegué el lunes temprano a la sede de la Liga Guatemalteca de Higiene Mental. Con el alma aún en Quetzaltenango; pero con los pasos en la acera del Centro Histórico de la Ciudad. Mi ciudad. La joven recepcionista, psicóloga y proletaria me hizo esperar al director. Llegué quince minutos antes de la hora estipulada. El sol entraba por la oficina y me sacó la transpiración.    







"Yo digo que es posible, fortalecer la memoria sin fortalecer las polarizaciones que no nos ayudan a avanzar".







-Antes de explorar el Programa Todos por el Reencuentro de la Liga Guatemalteca de HigieneMental,  puede ser positivo que el lector haga una reflexión ética: ya que la guerra polarizó a la sociedad, y hoy el conflicto es cosa sostenida y recurrente. ¿Por qué un país así necesita buscar, encontrar y reunir a sus niños desaparecidos en la guerra con sus familias biológicas?


-Digamos que hay varias raíces que tienen esta necesidad –empezó el psicólogo a hablarle de su vida a un extraño-. Lo hablo ahorita desde mi persona. Que en su momento se toma la decisión de involucrarnos en el proceso de acompañar familias… después voy a hablar de eso un poco… -aclaró interrumpiéndose- de resolver todo el proceso que implica la desaparición de un familiar cercano; pero en lo personal porque también implicaba un seguimiento a un compromiso de vida –confesó mientras comenzaba a brotarle el entusiasmo del rostro. Tenía puesta una camisa cuadriculada de tonos morados que contrastaban con el calor de las paredes, en una habitación sospechosa de ser un salón de reuniones, presidido por una bandera multicolor y una pizarra positiva-. 


-Me tocó vivir de cerca todas esas situaciones en el campo, en el tiempo del conflicto. Ud. sabrá; pero yo estuve involucrado en el movimiento revolucionario muchos años, y seis, casi siete de ellos, en la guerrilla. En el movimiento armado. Fui parte de la dirección nacional de las FAR –Fuerzas Armadas Rebeldes-, -me pretendió hacer saber con la fuerza de lo que debe ser costumbre declarar a las voces que quieran oír-, en su momento; eso creó una cercanía muy fuerte con las comunidades rurales que básicamente eran la gran base social del movimiento armado y revolucionario. Y desde luego, en ese contexto; viví de cerca el esfuerzo, la lucha, el compromiso de la gente por buscar una sociedad mejor y lo que implicó la reacción del ejército y del Estado en cuyo marco se da el proceso de las desapariciones de sus familiares y de las masacres.


-…Entonces, en el año 1999, cuando se abre esta posibilidad, estamos transitando por un período de posguerra después de que se firman los Acuerdos de Paz, y eso abre la posibilidad de que se empiece a debatir una serie de temas que años atrás era muy difícil hacerlo. Los Acuerdos permiten un espacio político donde se empieza a hablar de la guerra en sus distintas vertientes, y entonces sale a luz el tema de los desaparecidos, el tema de las masacres, de los daños económicos al país y de todo; pero en ese contexto el tema de la niñez desaparecida entra en el gran contexto de la tragedia, el informe del REMHI –Informe de Recuperación de la Memoria Histórica- y después el de la CEH –Comisión de Esclarecimiento Histórico- lo evidencian bastante, aunque aparece capitularmente la niñez desaparecida que estaba en el relato trágico de las familias. Entonces narran o narraban una masacre, y en ese contexto: "corrimos y nuestro niño se quedó". 


-…Para el año 1999, este sector de guatemaltecos y guatemaltecas con niños desaparecidos, no estaba en primera línea como muchos otros temas. Eso generaba inquietud y tampoco había intención de trabajarlo, la verdad. Siempre los hechos históricos hay que plantearlos justos ¿no? –expresaba ensimismado- y quien realmente intenciona la posibilidad de hacerlo es la AsociaciónPro-Búsqueda de El Salvador. En ese momento con el padre Jon de Cortina a la cabeza, en El Salvador se planteaban que ya venían trabajando todo esto tres años antes que nosotros, porque en Guatemala no empezaba un proceso similar, sabiendo que aquí la situación había sido mucho más complicada; incluso se acercan a Guatemala, vienen a hacer contactos, pero las organizaciones consultadas por Pro-Búsqueda, plantean que no vale la pena. Que hay dos razones por las que no vale la pena, y una es que la tierra arrasada acabó con todos. Que cómo van a haber niños vivos; y la otra es que las familias tienen mucho miedo, quienes no se quisieron involucrar, partiendo de la experiencia de Jon de Cortina desde luego para dar vida a Pro-Búsqueda. Entonces Pro-Búsqueda hace toda una serie de intentos, y nosotros como institución estamos en una etapa de reconstrucción. La Liga había sido fundada en el año 1952, pero para este momento, estamos como en un quiebre que dio la guerra, varias personas de aquí fueron asesinadas. La institución casi desaparece, pero para los años 1990 y 1995 para adelante, hay un esfuerzo de recomposición y es cuando yo llego acá. Y un poco por mi historia y por mi formación; la institución va derivando un poco más hacia la línea social que hacia la línea clínica.


Marco Antonio Garavito agitaba sus piernas ansiosamente. Siempre con sus brazos muy sobre la mesa. Tenía ganas de hacer memoria. Tenía ganas de hablar...


-¿Por qué se interesa especialmente en los niños? –le pregunté-


-Porque uno; era esto que le decía. Porque era un sector que en este contexto de la posguerra, estaba invisibilizado el tema de la gran tragedia. Y luego, porque desde el punto de vista de los familiares; la pérdida de un familiar en general es dolorosa, pero la pérdida de un pequeño es mucho más fuerte. Es decir, la posibilidad de todos estos fenómenos que se dan luego del famoso duelo congelado, de la pérdida de esa identidad, etc., etc., son muy fuertes en el tema de la pérdida de un hijo. Entonces cuando se habla de esta posibilidad en la que convergen la alternativa institucional de derivar hacia lo social, porque la Liga había sobrevivido los años más difíciles del conflicto, dedicándose exclusivamente a la parte clínica, fue incluso cuando estuvieron a cargo de esto psiquiatras, pero la orientación de la institución había nacido en lo preventivo. Entonces cuando yo llego, le empiezo a dar esta vertiente, y coincidentemente nos encontramos con estos temas que eran parte de mi historia, en donde el concepto de salud mental está profundamente implicado, pero que no se trabajaba y no se trabaja.


-¿Ud. cree que en general la salud mental se aborda psiquiátricamente? Las relaciones, las reparaciones…


-En este país sí, aún todavía me parece –afirmó-. Creo que la debilidad, no tanto en lo metodológico, como en la capacidad de sistematizar teóricamente en un esfuerzo desde la perspectiva psicosocial, aunque se ha hecho desde luego, eso hay que reconocerlo; pero no en el volumen ni en la calidad que este país demanda y necesita. Yo creo que sigue siendo una debilidad. Lo ve uno incluso, lo acabo de plantear en una charla a un colectivo. Lo ve uno todavía en la formación que se da dentro de las universidades, incluso en nuestra propia San Carlos, que se habla de psicología comunitaria, pero no se sabe que se está haciendo, y se va a hacer clínica a la psicología comunitaria. Es decir, hay muchas debilidades concepcionales me parece.     
  

-Solamente la Comisión Nacional de Búsqueda de Niñez Desaparecida por Causa del Conflicto Armado ha documentado unos mil casos y logrado reunir a un centenar de niños y adolescentes con sus familias. La tarea es descomunal y Ud. ha dicho que recuperar el sentido de cohesión colectiva es muy importante en una Guatemala fragmentada frente a la violencia. Háblenos de la experiencia de las redes comunitarias locales y regionales que sirven al Programa de la Liga como actores sociales.


-Partiendo de lo anterior, cuando empezamos el programa, el 20 de mayo de 1999 empezó el programa –apelaba a lo que me daba la impresión que es su estandarte: la memoria de lo hecho. Mientras observaba la habitación todita y tener así algo de que escribir-.


-Y literalmente arrancamos solos, aunque esto arrancó como una consultoría para la ODHAG –Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala- –confesó- porque para terminar la historia, cuando Pro-Búsqueda viene y ubica a varias organizaciones: CONAVIGUA –Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala-, GAM –Grupo de Apoyo Mutuo- etc.; no hay una intención de trabajar, y llegan a la ODHAG, y esas casualidades de la vida, yo me encuentro con Roberto Cabrera que era director en ese momento, en un evento, y me dice: "Fijáte vos que nos pidieron esto y esto, pero nosotros no tenemos ni interés, ni tenemos el recurso humano, entonces mi pregunta es: si te querés aventar con esto", y le digo sí.


-Entonces vengo yo, armo el equipo acá, pero lo hacemos como una consultoría, por eso es que el primer libro que se presenta sobre esto, la primera sistematización que es Hasta encontrarte, eso lo trabajamos nosotros, lo que pasa es que después los créditos fueron eliminados, pero ese libro es producto de ese trabajo, que culmina en Catedral con la presencia de Portillo que era el presidente. Fue algo muy fuerte –lo dijo con una sonrisa en los labios, mientras sonaba un teléfono a la distancia, en la oficina de al lado- entonces eso generó mucha expectativa digamos, en las organizaciones; y posteriormente se empiezan a involucrar nuevas en la búsqueda de niños desaparecidos, al punto que para el año 2001 éramos once organizaciones, unas más, otras menos, pero habíamos once, y entonces surge como un mecanismo de presión al Estado, la necesidad de conformar una Comisión Nacional de Búsqueda de Niños Desaparecidos, que la conformamos allá por el año 2001, que no era la Comisión planteada en los Acuerdos, porque en los Acuerdos es claro que es el Estado el que debe conformarla…


-Es una recomendación de la Comisión ¿verdad? –CEH- –le interrumpí-


-Sí, larecomendación 24 –asintió él- entonces se decide crear la comisión nacional de búsqueda, pero sin participación del Estado y el gobierno, pero liderada por la Procuraduría de Derechos Humanos.


-El gran problema en el desarrollo de la comisión, es que no todo el mundo estaba verdaderamente involucrado en el desarrollo del proceso. Por ejemplo, yo recuerdo, que la Fundación Menchú decía: "Sí, a nosotros nos interesa pero por una cuestión política". Totalmente válido –exclamó con el espíritu pacifista y la vocación pragmática que le empezaba a ver- entonces, unos estábamos en la búsqueda concreta en el trabajo, otros más en la cuestión de incidencia, pero la comisión no logró articular finalmente. Es cuando la PDH –Procuraduría de Derechos Humanos- se retira, y que la coordinación queda en manos de Casa Alianza, que venía en una línea totalmente diferente, y de repente aparece en la búsqueda de niños desaparecidos. Entonces se conformó toda una dinámica bastante complicada, que no permitió que la comisión saltara digamos, que fuera un ente de presión al Estado.     
         

-Pero esto es a partir de la perspectiva de las élites, porque ustedes –la gente que trabaja con la gente- al final son élites de científicos sociales y de salud mental, pero a partir de los subalternos y bases sociales ¿Cómo participan los familiares de los desaparecidos y sus comunidades en las investigaciones que realiza la Liga Guatemalteca de Higiene Mental?


-Por eso partí de allí, porque es uno de los grandes conflictos al interior de la comisión. Nosotros renunciamos de la comisión directamente –dejó ir-


-Nosotros cuando iniciamos el proceso tratamos de irlo definiendo ideológicamente, y no recuerdo el año, pero publicamos un libro que se llama De barro y de hierro, y en ese libro están planteados varios de los principios ideológicos que el programa tenía, y esto tenía que ver mucho con la gente. Por ejemplo, una anécdota más: –me propuso de nuevo con una sonrisa cándida y arremetiendo al vacío con el cuerpo hacia delante sobre su silla- uno de los primeros conflictos con la comisión, que fue muy duro; fue cuando se presentó públicamente la comisión en el Camino Real, y llegamos a un acuerdo de que los familiares vinieran, y hubo una organización, no recuerdo ahora, creo que Dónde Están los Niños… que trajo también familiares, pero al venir les pusieron playeras de la institución y todo, y nosotros chocamos mucho con eso, porque el tema era cómo poner en el centro de todo esto a las familias, es decir, no era la institución y eso nos empezó a dar mucha conflictividad.


-En el caso nuestro, nosotros sí definimos una serie de principios en donde primero, por una cuestión de recuperación o de reparación; el familiar es el directamente implicado en esto. Es decir, la institución ni va a hacer, hasta la fecha, ni va a decir algo que el familiar no quiera que se diga, que no quiera que se haga. Por eso es que nosotros llevamos casi dos años en el inicio, 1999 y 2000, un trabajo en una época de campaña electoral, en un trabajo muy de silencio, porque las gentes de verdad decían: yo no quiero que esto se haga público. Recuerdo mucho el caso de Luis Curruchic, aquí en Chimaltenango. Él me atendió tres veces en el campo de futbol, él tenía seis hijos desaparecidos. Tres hijos y tres sobrinos. Hasta la cuarta vez me fue a enseñar su casa. Ya cuando teníamos confianza me dijo, en esa época publicábamos una revista, y le digo: Luis, su caso sería bueno tenerla en la revista, y me dijo: No, no quiero. Y efectivamente, si no quiere, no quiere. Mucho tiempo después me dijo: Mire Maco, yo quiero que mi caso esté allí. Es decir, ya había un proceso de crecimiento, de fortalecimiento, y eso ha sido muy básico en el programa nuestro. Es decir, aquí y por eso es que el programa ha durado catorce años, por eso es que todos los demás desaparecieron, porque la gente ha encontrado en el espacio que el programa le brindó, una posibilidad de reparación, de resarcimiento, y de reivindicación de su lucha. Y lo otro, porque el tema de la desaparición forzada en general, para la estrategia contrainsurgente, tiene un sentido básico: y es quitarle el control de la vida a la gente que queda. Ese es el elemento central. Está claro en los casos que uno pueda conocer, la persona desaparece y la gente se mete en mutismo, se atemoriza, se desorganiza, etc., etc. Hay toda una serie de fenómenos que se dan ahí, entonces el objetivo de la desaparición es quitar el control de la vida –sentenció mientras acomodaba más cerca de él mi grabadora y se dejaban oír las voces de los gestores- va creando una estrategia, que dicho de esta manera es bien simple: que el proceso de reparación es cómo devolver o facilitar que la gente retome el control de su vida en el tema de la desaparición. Por ejemplo, nosotros no vamos a seguir un caso, si la familia no se involucra.


-En Chisec hace años, una señora me dice: Mire, ¿me van a dar dinero? Porque era muy común que hubieran organizaciones que llegaran a dar plata, o láminas o a dar cosas. Y le dije: No. ¿el hijo de quién es? ¿es suyo o es mío? -No. es mío. ¿Y Ud. lo quiere hallar o no? –Sí. Entonces yo no le voy a dar nada. Incluso le va a tocar poner si tiene que ir a Cobán a hacer una gestión por un papel o algo así, Ud. tendrá que poner su pasaje, porque es su hijo, no es el mío. Y ese sí ha sido un principio muy importante del programa, en el que la gente es corresponsable de esto. La Liga busca y acompaña a quien se quiere acompañar, de lo contrario no. Entonces se crean toda esta serie de principios que han sido muy importantes para que, por ejemplo, yo recuerdo los primeros casos documentados en Ixcán en 1999, y siguen siendo parte activa del programa. Hay reuniones y ahí está la gente, porque no han encontrado a sus hijos tampoco, porque hay algo que les ha permitido a ellos la reparación, y este algo es ese sentido de re-control de la vida, porque muchos de ellos que antes no eran activos en su comunidad, hoy de nuevo son parte de la estructura comunitaria. Eso es muy importante.


-La Liga, en esta línea, y nos pasó mucho con la comisión; siempre fuimos señalados de no tener una postura política. Lo que no tenemos es un discurso. Una cuestión discursera. Y era muy común que ante cierto tipo de actividades, nosotros nos opusiéramos, porque era más para hacer una cuestión sensacionalista o a veces dar una declaración. (…) Yo recuerdo una nota de prensa que decía: "5 mil niños desaparecidos en Guatemala, y las familias están listas para juzgar y castigar a los responsables". Eso no era cierto. Y lo cuestionábamos mucho. Al contrario, las familias lo que decían y lo siguen diciendo: A mi lo que me interesa saber no es quién fue el culpable. Yo lo que quiero es saber es si mi hijo está vivo, y si lo puedo volver a ver, si lo puedo reencontrar. Pero toda esta parte ideológica de fondo, nosotros la fuimos construyendo, y me parece que eso ha permitido que la gente haya encontrado en el programa, no sólo los que se han logrado reencontrar, sino los que no se han reencontrado y no se van a reencontrar nunca; una posibilidad de construir su proceso más activo. Al final de cuentas, y está planteado en nuestros documentos, el gran trasfondo del programa, en el acompañamiento de un familiar que perdió a su hijo, es ayudarle a reconstruir su concepto de ciudadanía. Su participación ciudadana. (…) Porque nosotros descubrimos en el proceso, que lo que ayudaba muchísimo, era que un familiar que estaba solo llorando por su hijo o recordándole, se encontrara con pares. Es decir, que tuviera la posibilidad de encontrar gente, en la misma comunidad, a veces ni siquiera sabían que ambos o dos familias tenían ese problema. Entonces fue construyendo un proceso organizativo, que inicialmente eran trece microrregiones, que el programa tenía, que después derivaron en trece microrregiones y organizaciones familiares. De suerte que en el año 2008, las fechas no les tengo claras, fue inscrita en Santa María Nebaj, la organización comunitaria de familiares de niñez desaparecida, o sea, incluso institucionalidad jurídica.  
                   

-¿Qué papel juega la esperanza en un proceso de reencuentro?


-Mucho, mucho. Yo creo que una esperanza que en algún sentido estaba perdida. Pero me parece que el tema de la esperanza en nuestras comunidades pasa por encontrar indicadores concretos que la esperanza se puede concretar ¿verdad?


-Mire usted, a nosotros nos tocó más de una vez familias que decían: Sí, yo quiero saber, pero la verdad es que yo no creo en nadie, aquí han venido a ofrecerme cosas, me han venido a hablar siempre. Y una de las cosas que el programa siempre planteó es que nosotros nunca íbamos a pedirle a la gente que llegara a un lugar. Nosotros llegamos a las comunidades, las más remotas.  –sentenció con un tono sobrio, estoico, absolutamente solmene. Los momentos medulares, viscerales tocaban la puerta de diálogo- Yo recuerdo en Xalabé, fueron doce horas a pie, la gente se reía de una compañera que iba conmigo –contaba riéndose una vez más de la compañera- que iba realmente en harapos. Se rompió el pantalón, iba enlodado, pero la gente eso lo agradecía mucho –evocaba como niño alguna travesura perpetrada- y la esperanza es algo que se construye en una relación real, concreta.


-Es decir, que la esperanza es de las cosas, ahora que lo toca Ud. –reflexionaba casi con ilusión- que le ha permitido a la gente, estar tanto tiempo en el programa, mantenerse en él, ser receptivo incluso a las convocatorias, ahora acabamos de tener de nuevo la experiencia de fin de año, que es increíble la cantidad de gente que llama, solo para saludar, solo para ver cómo están. Para saber cómo va el trabajo. Es decir, yo creo que la esperanza se reconstruye, es el gran factor, y se reconstruye desde la realidad digamos, de relación con la gente, uno. Y dos, desde que permanentemente están viendo que hay reencuentros. Porque el programa les informa a todos ¿verdad? Nosotros tenemos un promedio más o menos de treinta, treinta y cinco reencuentros anuales. Ahorita andamos por el trescientos setenta y seis y eso alimenta la esperanza. (…) si este vecino, si esta gente que se conoce en las regiones se reencontró, entonces mi esperanza de reencontrarme sigue abierta. Nosotros hemos tenido, déjeme decirle, períodos bien difíciles en el tema financiero. Porque este tema no era del interés de nadie. Sin embargo –explicaba vivo- no hemos dejado de buscar reencuentros porque sabemos que ese es el hilo que mantiene a la gente con una posibilidad de creer en una posibilidad, y ese creer es lo que mueve a la gente. Es lo que la moviliza.        
     

-Y ya lo dijo un poco desde la esperanza, pero desde lo emotivo concretamente, Psicólogos como Baristain o Pérez-Armiñán han encontrado que emociones como la cólera son base psicológica de la crítica social. ¿Qué emociones mueven a la gente a anhelar reintegrar sus familias y comunidades luego de la desaparición o separación por la guerra?


-Mire. Nosotros hemos trabajado mucho por el lado de la esperanza, por este lado de las emociones más positivas llamémosle, aunque no estoy diciendo que el odio no lo sea. Lo es en algún momento. Pero lo hicimos también porque en un contexto rural, donde había mucha movilización de organizaciones sociales diferentes; lo que se movía sobre todo era la intención del odio digamos, permanentemente. Y la vida también es una esperanza, también es una positividad, la vida también se reconstruye desde una visión menos cargada, hacia estos otros factores, que los encontraba uno a cada rato ¿verdad?, por eso decía yo antes que cuestionaba nuestro propio enfoque, porque no éramos del discurso permanente con la gente de escarbar, sino al contrario; cómo reconstruir de manera positiva. Porque reconstruirse uno, implica la familia, la gente más inmediata. No es el presidente, ni es el ejército. La gente vive su cotidianidad, y esta hay que trabajarla mucho porque nosotros en tanto una organización de salud mental, con una postura política-ideológica desde luego, nos preocupamos mucho por este ámbito. Por eso es que muchas reuniones con el declarante del caso, era una reunión familiar. No era una reunión de oficina con un individuo que estaba dando datos, sino era cómo involucrar siempre al contexto.


Y una simple pregunta sobre la esperanza de los fragmentados, le devolvió al sol cada uno de sus rayos.


-Entonces creo que el tema de la esperanza, el tema de la confianza, en ellos, en ellas, ha sido la parte emocional que nosotros hemos trabajado. No tanto otra vertiente, aunque está implícita. El asunto es que a veces hay cosas que se vuelven clichés o machaconas. Incluso, casi como para manejar banderas, y creo que la gente no debe ni puede involucrarse, en los intereses ni en las intenciones institucionales, sino al contrario, es decir, uno va construyendo su proyecto en función de la necesidad de la gente, y se vincula con una postura política y se vincula con una postura ideológica. Porque eso es ineludible. O sea, la gente sufrió esto causa de un Estado, fue causa directa de un ejército, etc., etc., eso no está fuera de la discusión, al contrario. Pero es como darle una vertiente de construcción más sana desde la subjetividad de la gente también. Y eso sí ha sido parte del esfuerzo.   
          

-¿Cómo extraños –después de tanto tiempo de separación- pueden sentirse una familia después del reencuentro, si parecen tener vidas tan ajenas en el hoy? 


-Mire, primero es que, el imaginario del extraño no se ha perdido. El gran problema es que ese imaginario está congelado. Es decir, la mamá, el papá, el hermano, no han dejado de tener presente en el contexto familiar, estos es bien interesante, nunca se ha dejado de hablar del desaparecido. Nunca. Por las razones que sean y los temas que sean, aparece. Siempre aparece. Generalmente el desaparecido es el primogénito. Eso es muy común. La mayor parte de desaparecidos son los primeros hijos. Entonces hay otro chorro de hijos. Que los pequeños hijos de esa familia, saben del desaparecido. Existe en ese contexto familiar. Y para el desaparecido, cuando hay recuerdos, hay ese concepto imaginario de la familia. Cuando no existen recuerdos, existen dudas sobre el tema de identidad, y siempre hay una necesidad de saber. Nos pasa sobre todo con la gente que está en Europa y en EE.UU. Entonces, uno; el imaginario se ha mantenido. Dos; esto ya intencional dentro del programa, es que desde que se documenta el caso y se da este proceso de acompañamiento en la búsqueda, se trabaja mucho el tema de la expectativa. Que es lo que se va a encontrar. Es decir, el programa tiene la particularidad, no de buscar, encontrar y acercar y ahí se acabó; sino de verdad acompañamos la posibilidad de qué es lo que va a encontrar. Porque la misma experiencia nos lo ha dado. Ya no es una persona igual… eso es lo que se trabaja con la gente. Entonces, el encuentro implica la posibilidad de que ya vino el trabajo previo. Con las dos partes. Y en el momento de reencuentro, salvo un caso quizá; siempre tiene una connotación muy emotiva, y es qué hacer para que la gente tenga la posibilidad de reconstruir esa relación. Y eso pasa por la posibilidad de que se comuniquen. No viven juntos, no viven cerca. Entonces el programa tiene un área que se llama reintegración, donde hacemos un esfuerzo de buscar de acuerdo a cada caso, los mecanismos de comunicación. Porque lo único que puede a ellos reconstruirlos es la comunicación. No hay otro, ¿verdad?, es decir, en la medida en que tengan posibilidades de comunicarse, por cualquier vía, de cualquier forma, tienen el chance de poder ir llenando ciertos agujeros en esa historia no compartida. De suerte que en el 2004, 2005, hicimos un Encuentro Nacional de Reencontrados, le llamamos nosotros, los que en ese tiempo ya se habían reencontrado. Los juntamos en un evento colectivo, las dos partes. De ahí salió un libro que se llama Corazones en fiesta. Pero la posibilidad de reencontrarse era para que la gente compartiera con ella misma, lo que le había servido, lo que no. fue una cosa muy rica. Fueron cuatro días de trabajo con ellos. Entonces esa posibilidad de comunicación a veces funciona a veces no ¿verdad?, a veces no es ideal, a veces no cuaja. No se logran los mecanismos. Pero voy a poner un ejemplo concreto: hace un año exactamente; en diciembre del año anterior, vino un chico de Paris, Antoine. Vino a reencontrase con su mamá y su hermana, aquí en Villa Nueva. Él vino un mes antes a Guatemala, lo llevamos a una escuela de español a la Antigua, intensivo, para que se pudiera comunicar –me decía con asombro- porque uno lo puede traer y traducir y cerrar y ahí no pasó nada. No, el pasó un mes en la Antigua, logró aprender bastante el español. Y ya cerca de navidad hicimos el reencuentro con su mamá, ya pasó las fiestas con ellos, estuvo unos días, se fue, y el sábado viene de nuevo a Guatemala. Vimos y nos preocupamos porque tuviera una comunicación telefónica con su mamá, durante todo el año. Se han hablado, que sé yo. La mamá cambió muchísimo una serie de enfermedades que tenía, psicosomáticas obviamente. La hermana igual, y este sábado, llega a Guatemala de nuevo a visitarlas. Es decir, ¿cómo acompañar eso? –se preguntaba Marco Antonio Garavito en voz alta en presencia del periodista que le entrevistaba. Casi retóricamente- ¿Cómo esos dos desconocidos, que tiene la posibilidad de volverse a hallar, se pueden reconstruir como familia? Solo a través de un proceso de acompañamiento, de reintegración, de comunicación; y es donde normalmente, no se trabaja –se respondía él-. Pareciera ser que el proceso se acaba con el reencuentro. Y el proceso empieza con el reencuentro. En algunos ha ido mejor, en otros no. hay que decirlo, a veces es complicado. Por recursos mismos. Nosotros vamos a una región, y sabemos que hay una familia x, y planteamos al familiar si no quiere ir. El asunto es que se vean, que se comuniquen, ahí es donde está la posibilidad de volver a rehacerse en un sentido.    
          

-La memoria parece ser también muy importante. Hoy está en disputa en múltiples escenarios. ¿Qué lecciones se pueden aprender de la experiencia del programa? ¿Cómo institucionalizar este proceso de memoria colectiva sin polarizar más a la sociedad?


-Era lo que yo le decía. Cabalmente, esa fue la opción nuestra. Es decir, esa ha sido la opción. Pensamos que la gente misma aún la que no ha encontrado, tiene una actitud bastante sana en la búsqueda. Es decir, no polar. No confrontativa, muy firme eso sí, porque a partir de que la gente fue agarrando fuerza, fue recuperando el sentido de su búsqueda por sí mismos, pues hemos hecho cosas muy interesantes, pero en el marco de una subjetividad más sana y le voy a poner un ejemplo un poco viejo si quiere, pero ejemplo…


El psicólogo desplegaba su vocación de docente…


-Cuando todavía estaba inicialmente la base militar en Ixcán, que ya regresó, pero hubo un tiempo que la quitaron; ya casi para salir, hay unas reuniones que ahora ya casi no las hacemos, las hacíamos antes, en las que le decíamos a la gente: bueno, hasta aquí hemos avanzado. Y ahora qué hacemos ¿verdad? ¿Qué más hay que hacer? Y en el Ixcán hay dos regiones. Dos microrregiones. Y en una de ellas dicen: nosotros hemos estado platicando, y lo que pensamos que lo que hay que hacer es ir a la base militar. Y nosotros les dijimos que allí no íbamos a hallar nada. Primero, el tiempo que ha pasado, segundo, quienes están ahí no eran los que estaban ahí entonces. Y dice una señora: No, pero ya lo platicamos y necesitamos ir, porque ahí fue donde se llevaron a nuestros familiares. Y además, los que están ahí no fueron los que hicieron la desaparición. Entonces necesitamos que sepan lo que estamos haciendo. El derecho que tenemos de buscar. Y fuimos a la base. Y para ellos, el hecho de haber entrado simplemente, después fue posible entrar porque pusieron puesto de salud ahí, pero en ese momento fue una reivindicación el tema de la memoria histórica para ellos, altamente significativa, y hablamos con la oficialidad y platicaron, y claro: aquí no sabemos nada, que no sé qué ¿va?... pero para ellos fue una reivindicación importante. Es decir, uno pudo  haber planteado una manifestación, irles a gritar en frente.


-Yo digo que es posible, fortalecer la memoria, sin fortalecer las polarizaciones que no nos ayudan a avanzar. Y creo que el programa en eso ha sido muy mesurado en las mismas acciones y actitudes de la gente. Ya en aquel tiempo de la Comisión Nacional de Búsqueda, para poner otro elemento que nos hizo chocar, nosotros no compartíamos traer a la gente a manifestar a Guatemala. Porque venían y muchos no sabían ni a qué venían ¿verdad? y yo recuerdo que hubo una manifestación, y allí fue donde casi empezó a desmoronarse nuestra participación ahí, y dijimos: No. La gente no está clara a qué viene, y la gente tiene derecho a decidir. No podemos solo traerla porque a nosotros nos interesa evidenciar que hay una búsqueda de niños. Y no los trajimos. Hablamos con ellos, y dijeron que no. Además no había plata y un montón de cosas. Entonces, yo sí creo que el esfuerzo de la sanidad en cuanto al tema de la memoria, también es algo que hay que trabajar. Pero no dejarla por un lado. La lucha por la memoria implica también un esfuerzo de concebir la necesidad de la recuperación de la memoria histórica como parte de un proceso de reparación, y de crecimiento, incluso desde la perspectiva humana. 
      

-Y ahora sí le voy a pedir que a su manera se meta a política con la pregunta que le voy a hacer –le dije yo también con mi sonrisa voluntariosa-  La Liga Guatemalteca de Higiene Mental ha impulsado la ratificación por parte del Estado de Guatemala de la ConvenciónInternacional para la Protección de todas las Personas en Contra de lasDesapariciones Forzadas, ¿qué espera del nuevo canciller Fernando Carrera, nombrado por el presidente Pérez en esta materia?


-Pues no mucho ¿verdad? no mucho. Porque finalmente, el tema de la convención está en el Congreso. Y eso no va a pasar más allá de… uno puede decir: los partidos inciden y todo, Carrera no va a incidir en eso. La Convención, Ud. sabe, llegó hasta la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso y allí está. Con número y todo. Pero es un tema del Congreso fundamentalmente político a nivel del Congreso. Y desde luego, más allá del Congreso, es un tema que tiene que ver con esta concepción que desde el nuevo gobierno se ha venido creando en el tema de la memoria, y del pasado y todas esas cosas. Por eso es que no tenemos mucha esperanza en que vaya a ocurrir algo allí ¿verdad? –sonrió con ironía- lamentablemente a nivel de las organizaciones sociales, tampoco hemos logrado un acuerdo, porque nosotros hemos sido de la idea de que en esta coyuntura, deberíamos presionar o pelear más por la ratificación de la Convención –afirmaba renunciando al pragmatismo mientras pasaba una aeronave sobre el cielo y la terraza de la Liga Guatemalteca de Higiene Mental- más que por la Ley. La Ley sí crea un espacio de mucha polarización, de mucha confrontación –dijo ahora regresando a sus convicciones prácticas- no estoy diciendo que no sea bueno. Claro que lo es. Pero como un camino hacia allí, la Convención es menos espinosa. Primero porque ya hay un compromiso de Estado, cuando firmada en Naciones Unidas. Segundo, porque no tiene un efecto retroactivo, pero como ya lo hemos planteado el año pasado; sería un enorme mensaje hacia el mundo, ratificar la Convención porque eso es decir: En este país no va a volver a ocurrir eso, y nos sometemos a la jurisdicción de Naciones Unidas en el futuro, no en el pasado, y eso sería buenísimo para esta sociedad…


-Pues en ese sentido, la Cancillería ésta o la que venga sí es importante. Por eso le pregunto…


-Sí, claro. Pero desde esa perspectiva. Nosotros vamos a crear un espacio en la medida de nuestras posibilidades, que son muy pocas de nuevo ahora en febrero en torno al tema de la Convención. (…) esperamos recibir un poco una fuerte solidaridad de afuera, solicitudes al Congreso, al Presidente, a haber si por allí logramos hacer algún lobby de incidencia. Yo no tengo mucha confianza en eso, la verdad. Pero lo vamos a tratar de mover. 
     

-Su institución afirma que hay unos 250 casos de adopciones en el extranjero de niñas o niños desaparecidos durante la guerra. ¿Cómo afrontar institucionalmente el limbo legal en el que se encuentran casos como estos, que son anteriores a la Ley de Adopciones?


-Sí, desde luego. Y por eso de nuevo, el tema es qué es lo importante para nosotros como programa en relación a las familias. La búsqueda y la posibilidad de encontrar a sus hijos. Es decir, ese es el punto central. Nosotros no estamos priorizando como punto de entrada ni central, el tema jurídico, ni el tema político. Ese viene, ese se deriva. ¿Qué quiero decir con esto? Que por ejemplo, hemos tenido casos y hemos ubicado casos en el exterior donde los chicos salieron de manera irregular. Y nos ha costado mucho, porque en ese contexto, algunos de ellos salieron por vía de organizaciones religiosas. Con una opción para protegerlos, para salvarles la vida, como un mecanismo económico de la Iglesia. Qué sé yo ¿verdad? –expresó con suspicacia- pero ha sido bien complicado, porque quien pueda brindarle información, que son estas organizaciones, nos ha costado muchísimo arrancársela a algunos, porque hay un tremando temor jurídico de lo que pueda ocurrir, pensando que esta búsqueda, lo que pretende es clarificar cuáles fueron estos mecanismos…


-Por la polarización… -afirmé yo-


-Exactamente –asintió Garavito- y en el caso que hemos logrado nosotros la colaboración, es porque se ha logrado entender que a nosotros lo que nos interesa es resolver un dolor de las familias –decía, mientras tomaba mi cuaderno de apuntes de ochenta y pico de hojas para apuntar su palabra importante- que a través de ese mecanismo, como ya nos pasó en Italia, logramos ubicar catorce patojos que salieron por esa vía. Y ahora las familias saben que están allá, algunos se han comunicado ya, alguno vino ya; pero, por eso insisto cual es el punto central del programa. Eso ha llevado, de nuevo perdón que le insista, a que a veces se nos vea como sin una postura política. Es que la postura política la tiene el familiar. Si el familiar luego de un proceso dice: Es que yo quiero juzgar a esta persona; nosotros estamos con ellos. De hecho, y ahora en inicio de febrero lo hacemos de nuevo, estamos presentando ya unos casos, de Habeas corpus, a la Corte Suprema de Justicia –CSJ-, donde tenemos toda la documentación, que comprueba que el ejército fue el responsable. Porque el familiar llegó a ese punto de decir: Yo quiero llegar por la vía jurídica.






"-¿Por qué mata Ud. nicaragüenses?

-Tengo orden del jefe.

(…) –Entonces, ¿ustedes no creen que Nicaragua les haya ofendido en ninguna forma?

-Seguramente no".

(Alberto Masferrer. Ideología del Ejército III. La obediencia imbécil, diálogo con un marino yankee. Al regreso de una excursión a las Segovias. Patria, 20 de julio de 1930). 





-Hablando de polarización y violencia como forma de relación y solución de conflictos y como herencia de la guerra en nuestra política doméstica: ¿es positivo que el presidente –ex jefe del Estado Mayor- haya derogado el Acuerdo Gubernativo que limitaba la competencia de la CIDH como resultado de un diálogo con Helen Mack o el Procurador de DDHH? ¿Le sorprendió?


 -¿Qué echara para atrás? –me interrumpió Garavito mientras trataba de hilvanar la pregunta-


-Sí… ¿pero como producto de undiálogo?  -le reafirmé-


-Ah no, no, no,… me parece que el diálogo fue un factor que digamos, que pesó ¿no?...


-Y por los antecedentes históricos. Estaba Helen Mack y un ex miembro del Estado Mayor Presidencial…


-Sí, pero también, es que yo creo que la metida de pata fue muy grande. Es decir, no podían seguir en esa lógica –se reía Garavito- porque todo el sistema interamericano, todo el derecho internacional; se les iba a venir encima. Es que también ahí son asesores que no asesoran nada. Entonces, este mecanismo digamos de dialogar, y de encontrar; sí, pero es que la presión que había era demasiado fuerte, y los errores cometidos eran demasiado grandes…


-¿Pero Ud. no mira lo mismo en otras temáticas? Por ejemplo, la reforma educativa. Donde también la presión es descomunal y no se logran consensos…


-Pero por eso insisto…


-¿No le parece llamativo el Acuerdo?... –insistí con terquedad-





Acusar, v.t. Afirmar la culpa o indignidad de otro; generalmente, para justificarnos por haberle causado algún daño.

(Ambrose Bierce. El diccionario del diablo)





-No. No tanto –decía sonriente el psicólogo- yo creo que lo que pasa es que no había para donde ¿verdad? si uno lo ve como un hecho asilado, va, orale. Pero lo que pasa es que hay que contextualizarlo. Y digamos, la lógica del gobierno, es cabalmente, borrón y cuenta nueva. Eso no es sólo con el tema de la Corte. Sino que hay esa famosa disputa de la memoria, el tema del planteamiento de los juicios para gente del otro lado. Bueno, toda esta lógica que ha pasado es la que hay que tratar de entender.


-Si el gobierno, esa es mi impresión, hubiera tenido los (argumentos) jurídicos y políticos; se hubiera mantenido en esa postura. Lo que pasa es que no tenía para donde. De hecho, es claro que el Acuerdo era nulo casi de entrada, eso le favoreció creo yo, porque no había que derogar nada. Es decir, cuando aparece la "Corte Internacional Penal de Justicia" eso ya no tenía valor. O sea, nunca hubo un Acuerdo Gubernativo en el sentido estricto. Pero me parece que fue el contexto global que contribuyó, digamos, los actores, que se acercan con Pérez Molina y discuten, actores que en algún momento han salido un poco de la palestra política. Frank La Rue, quien está un poco en la marginalidad política hoy día ¿verdad? pero se logra. Eso es positivo.


-Distencionó. Porque eso sí hay que reconocerlo. Esta posibilidad de derogar o de echar marcha atrás, permitió que esto se distencionara mucho. Incluso al interior de las mismas familias –de desaparecidos- yo tengo tres años y centavos de acompañar a los integrantes del Diario Militar de parte de salud mental. Me tocó enfrentar esto en diciembre, porque la fundación –Fundación Amancio Samuel Villatoro- estaba de vacaciones y me avisaron, nos juntamos, nos reunimos. La gente estaba muy tensa con toda esta situación. Entonces, cando sale el re-acuerdo, ahora uno le ve. Hoy día hay una reunión de un grupo de ellos para seguir elaborando el planteamiento del tema del Museo de la Memoria, que está planteado en la reivindicación. O sea, uno ve ya el cambio de actitud ¿me entiende? si contribuyó, desde luego que sí. Y ese sí, como ejemplo, debería ser la tónica de ir encontrándole salida a nuestros problemas.         


Aquel lunes, yo quería saber cómo un psicólogo, un psicólogo de verdad; afrontaba la violencia…


-Con esta pregunta toca recordar un momento desagradable para ustedes y para Ud. El año pasado trascendió en los medios que la institución recibió amenazas telefónicas. Probablemente a raíz del trabajo que hacen  ¿Cómo se sintió Ud.?


-Mire. Relativamente tranquilo –respondió Marco Antonio- porque toda esta concepción con la que el programa trabajaba, nos ha permitido que la parte poralizada del otro lado; nos haya tratado con algodones. Es decir, nosotros nos movemos y nos hemos movido en el campo como Ud. no tiene idea, en lugares donde Ud. no tiene idea. Y nunca hemos tenido problema. Porque como estrategia por ejemplo, en las comunidades donde hay autoridades de aquella época todavía fuerte, lo primero que hacemos es hablar con la autoridad local. Con el ex PAC, con el ex comisionado, toda esa mara está enterada de cuáles son los procesos que llevamos. Y siempre es así de entrada. Porque parece que uno va buscando a quien cuelgan. Y los familiares en esto han sido muy sabios y han ayudado y han contribuido mucho a nivel local a que esas tensiones no estén de esa manera.


-Entonces, ¿qué quiero decir? Que nuestro recorrido ha sido bastante tranquilo, para decirlo así. Cuando surge esta amenaza, hay una cuestión de contexto que se está dando en la Escuela de Psicología –de la USAC-. Por el tema electoral. Ud. Sabe que yo participé hace dos años y ya había ganado, ya un cuerpo electoral, y esto llevo a unos sectores de la Escuela a anular la elección, con el apoyo del CSU –Consejo Superior Universitario-, y ponernos un interventor, que hasta ahorita fue que logramos salir de él. Pero en septiembre, previo a septiembre, cuando se convoca y van a haber elecciones, en la Escuela se seguía pensando que yo iba a participar de nuevo. Y me lo preguntaban a cada rato alumnos como profesores. (…) Cuando anulan la elección en la Escuela; el Consejo Directivo en pleno: Mirna Sosa, Vladimir López, Mariano Codoñer, Blanca Peralta, y un estudiante de apellido Vallecillos; hacen una denuncia contra mi persona en el Ministerio Público –MP- acusándome de ser un tipo violento y que los había amenazado de muerte. Yo evacué eso en el MP –Ministerio Público-. La jueza les pidió que llevaran pruebas. Nunca llevaron. Ni se presentaron nunca más. El juez, Cojulún, por cierto, desestimó la querella. Entonces se fueron al Colegio –de Psicólogos- a pedir mi expulsión. Y el colegio asume eso, y después lo desecha. Sin embargo, el 2 de septiembre, por una solicitud de la Asamblea de Presidentes de Colegios Profesionales, entre comillas por una solicitud de ellos, el Colegio re-abre el caso contra mi persona. Porque suponían que yo iba a participar, y el tema era tener un argumento jurídico, porque uno no pierde ningún derecho, por si yo participaba y volvía a ganar. Entonces, cuando se dan las amenazas; yo, particularmente las entendí en el contexto de la Escuela. Yo no puedo descartar nada, desde luego, pero por eso, yo estaba más tranquilo. Porque mi recorrido a lo largo de este proceso, ha sido sin mayores complicaciones, no digo, sin ninguna, pero yo lo asumí más desde el lado de la universidad, porque cuando yo fui candidato, en aquellos tiempos que gané; el cuerpo electoral, también recibía esas amenazas.


-Con esto, no estoy diciendo que desde el punto de vista político de lo que hago y acompaño en la búsqueda de desaparecidos, no tenga yo quien me vea mal. Al contrario. Pero en ese contexto no me preocupó tan fuerte. Yo hice la denuncia que había que hacerla. Pero más creo que podía haber venido de esta parte.                  


-¿Y en quién se apoyó?


-Más con la gente de acá. Lo hablamos mucho, lo discutimos mucho. Desde luego de tomar ciertas medidas, que normalmente uno toma pero ahora más digamos, en cuidarse un poco. Afortunadamente ya para entonces, la instalación nuestra tenía cámaras. Entonces tenemos un poco de más control sobre el tema de seguridad aquí, pero uno sabe que en este país el tema de seguridad si es de este calibre, uno no está seguro en ningún lado. Yo siempre he hablado con mis compañeros que están en la Liga, y en el equipo en particular; que debemos tener claro que estar implicado en este tipo de temas, implica riesgos. Eso hay que tenerlo muy claro. Desde la entrada. Tener cuidado, saber qué decir, que no decir, qué hacer, pero en un contexto como el nuestro, tan polarizado y tan complicado, saber que estamos involucrados y por eso hay que saber cómo hacer. Y eso si lo hablamos mucho, porque es una corresponsabilidad también con los familiares, yo no puedo hacer una serie de declaraciones que de repente yo en mi contexto de ciudad y con cierta imagen pública me cuido, pero un familiar no está protegido de esa manera.


-Dejando atrás esta experiencia negativa para Ud. y la Liga. Hablemos ahora de lo colectivo de nuevo. ¿Cuál es el gran trauma de esta sociedad?  


-Yo lo planteo por lo menos en dos direcciones: el Síndrome Psicosocial Traumático. Creo que esa es nuestra mejor definición. Pero dentro del síndrome, yo destaco sobre todo, dos elementos, dos síntomas: uno es que, por el deterioro mismo del Estado, los guatemaltecos cada vez creemos menos en las instituciones del Estado. Y eso tiene un impacto terrible en la salud mental, porque uno necesita un referente de identidad. Ese referente mayor, esa… -y de pronto interrumpió el tango digital de su celular-

-Me parece que uno de los grandes problemas en la sociedad en la salud mental es eso. Es decir, ya no tenemos, credibilidad de referentes. Y uno no puede vivir en el vacío. En el vacío contextual, en el vacío de Estado y en el vacío nacional, la famosa identidad nacional que se llama. Y Ud. lo ve, digamos Ud. le pregunta a la gente: ¿Y Ud. en quien cree? Y no cree en la policía, no cree en el gobierno, no cree en el Congreso, no creen en la municipalidad, no creen en nada ¿no? Y esto tiene un impacto terrible, porque en la medida en que este síntoma se fortalece, nuestras posibilidades digamos de hacer colectivamente se minimizan. Porque en la medida en que yo no creo en la institucionalidad, tiendo a buscar la individualización de mi vida. Entonces, esto tiene un impacto en el tema ciudadano. En la posibilidad de organizarse. ¿Por qué me organizo? Si son unos mafiosos, son unos corruptos, el comité de mejoramiento de la aldea lo que quiere es pisto, ver cómo se roban esto. Todo eso va teniendo una implicación muy profunda en el tema de la ciudadanía, en la posibilidad de hacer un país diferente, entonces desde el punto de salud mental me parece que ese es uno de los grandes daños.


-¿Y eso es herencia de la guerra y de la contrainsurgencia?


-Creo que es una herencia en algún sentido, pero creo que se fortalece en la posguerra. Porque acuérdese Ud. que con la firma de los Acuerdos de Paz y la posibilidad de concepción de nación que nace de los Acuerdos, habían expectativas. Recuerdo, para poner un ejemplo, el tema de lo jurídico, y la posibilidad de formar digamos, gente en los idiomas, de las localidades, que la gente tiene derecho a una defensa jurídica en su idioma, todas esas cosas planteadas ahí empezaron a caminar. El tema de interculturalidad en la educación, la educación bilingüe. Es decir, hay toda una serie de cosas que van decantando, entonces se va perdiendo, la confianza y la expectativa de que efectivamente el Estado con sus instituciones, quita al ciudadano la posibilidad de desarrollo.          


-Y siendo Ud. un observador de la sociedad, ¿cómo se refleja esta crisis relacional, o este Síndrome Psicosocial Traumático en el conflicto agrario finquero-campesino por ejemplo? ¿o en el minero-comunidad?


-Estar ajenos. Estar ajenos –recalcó, con un leve tono de indignación que da el transitar por el mundo- porque, yo que me muevo mucho en el campo lo puedo ver. La gente en general es ajena a todo esto. El mismo tema de minería, el mismo tema de hidroeléctricas, está ahí en el planteamiento de la gente, pero no es que los lleve a moverse. Se mueven a través de las organizaciones que abanderan estos temas. Pero yo creo que es la apatía ¿verdad? alguna vez yo elaboré un esquema de todo esto, y finalmente esto se traduce en lo que se llama la inhibición aprendida. Somos un pueblo eminentemente inhibido. Por aprendizaje. En el sentido político, en el sentido organizacional, hasta en el sentido cultural, en el sentido psicológico. Nosotros somos un pueblo apagado psicológicamente. Somos un pueblo introvertido. Somos un pueblo tímido. No somos agresivos en el buen sentido de la palabra. Normalmente estamos viendo y viendo pero no actuamos –pensaba tocando llagas- es decir, esa inhibición, que sí es histórica, y tiene una raíz mucho más profunda, en la posguerra se profundiza en la pérdida de credibilidad del Estado como tal. Por eso el concepto del Estado fallido va teniendo cada vez más sentido. Porque la gente no cree. No creemos en esas instituciones –se expresaba con frustración-


-Entonces, eso; tiene un impacto que no es político. Es de salud mental. Porque pasa por la subjetividad que se construye. Y el otro elemento del Síndrome que creo yo tiene que ver con esta afectación en salud mental; es que la capacidad del manejo racional frente a la vida, le ha tomado distancia al manejo instintivo. Por eso la violencia es la gran alternativa. Porque cada vez la capacidad de razonar la hemos ido perdiendo. Entonces, damos lugar a reaccionar, a reaccionar –decía chasqueando los dedos con la misma vitalidad con la habíamos empezado a dialogar hacía casi una hora-. Es lo que instintivamente me lleva a hacer, y lo más instintivo del ser humano es la violencia. La agresividad. esos dos elementos me parece que son claves en el manejo hacia el futuro de la sociedad nuestra. Yo he estado insistiendo cada vez que puedo, en algunos medios, que por eso es que la única alternativa que podamos tener de avanzar es a través de una estrategia nacional de salud mental. Pero no planteada desde el servicio de salud pública; sino como tema de vida social, en el que por lo menos dos ideas o tres ideas, podamos consensuar a través de la iniciativa privada de los medios de comunicación, de las iglesias, desde el sistema educativo, o de las organizaciones sociales. En las que deberíamos hacer todos fuerza. Y esta estrategia nacional de salud mental, encaminada al reencuentro digamos de la sociedad. No hay objetivo más necesario, que el reencuentro de los unos con los otros. En el aula, en el trabajo. o sea, si nosotros no transitamos por el objetivo de encuentro de la gente con la gente; es decir, de la posibilidad de que los pares adquieran sentido. Desde el punto de vista filosófico, ese sentido del otro, de la otredad, adquiera de nuevo valor; no vamos pa´ ningún lado. Acuerdos políticos vendrán e irán, pero sin este internalizar en la subjetividad el sentido de vida en relación a los otros, no nos lleva a ningún lado. Afortunadamente es un sentido que en muchos lugares todavía se mantiene presente, en comunidades uno ve ese sentido de comunidad, de cercanía, pero hay sobre todo en los ámbitos donde se deciden cosas, y donde el poder fuerte está presente; uno no lo ve. Vea Ud. el Congreso –me dijo, como mostrándome una imagen invisible que flotaba en la sala de reuniones- y ahí lo que hay es un tema de salud mental. Es un tema de salud mental. No es un tema político. Es un tema de salud mental. El año antepasado, en el proceso electoral, yo me atreví a plantear públicamente –evocaba- y nadie me secundó; que había que hacerles evaluaciones psicológicas a los candidatos. De alcaldía y diputados. Si uno va a cualquier trabajo, le pasan por recursos humanos. Y estos son trabajadores, y además van a decidir por nosotros, y nadie les hace una evaluación. ¿por qué no? –se preguntaba, o quizás me preguntaba a mi- ¿por qué no? Entonces, yo creo que lo que está en el centro de la reconstrucción de este país es la salud mental. Puede sonar muy profesionista. Pero visto desde esta óptica sociopolítica, o psicosocial si Ud. quiere; yo no le veo otra alternativa. Insisto mucho, en que por ejemplo las iglesias, eran receptores muy importantes de la vida compartida de los jóvenes y de la feligresía. Hoy las iglesias están preocupadas de quien tiene la megaiglesia más grande ¿verdad? y no de hacer procesos con su feligresía, que los desarrolle desde el punto de vista humano. Eso no lo ve uno. Uno va el día domingo a somatarse el pecho. Pero de ahí nada. No hay vida social dentro de la iglesia. Y ese es el fin bíblico de la iglesia. Tenemos que plantear eso y discutir eso.


-La iniciativa privada, está reclamando que el Estado invierta más en seguridad, en armas, en policías, en leyes, pero no le invierte un mísero centavo a la prevención de la violencia. Y lo planteo claramente así, porque nosotros hemos hecho el esfuerzo para buscar apoyo para programas nuestros y nos les interesa. La Fundación Gutiérrez saca todos los años ese concurso que se llama apoyando a los que apoyan. Yo me metí el año pasado, sin mucha esperanza, pero íbamos a concursar. Tenemos un programa que se llama Mi territorio sin violencia. Trabajamos en municipios, y es un buen método, creo que es un buen método. Y a la primera nos eliminaron. Y al final ganó una organización de monjitas o no sé qué –decía con sorna modesta- que le dan de comer a no sé quien. Es decir, todo ese asistencialismo con el que la iniciativa privada sigue viendo a este país. No puede ser. Tiene que invertirle. Pero eso también es salud mental. Aquí no necesitamos cuarenta mil psicólogos para arreglar este país. Necesitamos una concepción que permita ir haciendo entender la necesidad de esto. A penas el viernes se lo decía a un periodista que venía acá, le dije: mire, yo tengo un afiche que hay de este programa de Mi territorio sin violencia, y he querido ponerlo en los medios escritos verdad. Que me lo pongan ahí escondido pero todos los días. Que dice: nadie nace violento. Aprendamos a vivir en paz. Y no lo puedo poner, no tengo pisto, ¿qué pierden ustedes? y nadie lo pone… –se quejó pero con una risa en la cara, no con amargura- si es un pedacito, ponerlo ahí todos los días. Y eso es salud mental también. Entonces tenemos que recuperar eso. Me parece que por ahí hay una alternativa de reconstruir cosas ¿verdad?.      
                        

-Muchas gracias licenciado –le dije estrechándole la mano furtivamente-


-Espero que le sirva.

1 comentario:

  1. Excelente entrevista... felicidades al Autor y a don Marco Antonio...

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