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El lugar de la vergüenza
Christian Echeverría    Miércoles 19 de septiembre de 2012.



Se registraron 1,465 violaciones sexuales durante la guerra, y hay 2,356 evaluaciones para determinar violencia sexual hasta julio este año. Un ex jefe del Estado Mayor Presidencial, ex kaibil; es electo presidente con más de 2 millones 300 mil votos. Zury Ríos: ¨Un soldado no debe pedir perdón¨.

Los convictos que conocí, luchaban diariamente contra su propia mentira.

Nuestra posguerra impone una cultura política de impunidad, que implica individual y colectivamente un grave trauma psicosocial. Dicha cultura institucional de construcción del poder, ha sido estudiada en Guatemala por la psicóloga española Ma. Luisa Cabrera Pérez-Armiñán, en el estudio psicosocial de la masacre de la finca Xamán, Alta Verapaz en 1995, impunidad que afecta profundamente a largo plazo, la salud mental de la sociedad. Está hoy presente en la transición democrática latinoamericana, región violentada por la Doctrina de Seguridad Nacional, ejecutada por los ejércitos nacionales. Aquí, actualmente con la Tesis de Estabilidad Nacional (heredera contrainsurgente civil de la DSN), por el gobierno ¨patriota¨.

Esta cultura política, entendida como práctica institucional denegadora de justicia (derrotada en Argentina por las Abuelas), comenzó a consolidarse desde el proceso de Paz (como enseña Colombia).

La URNG no logró inyectar su base social desmovilizada para blindar los Acuerdos, igual que la Iglesia. Un tejido social golpeado por la represión, Rolando Morán y Juan Gerardi, sus líderes; mueren en 1998. Se sentaba la base para que el Estado oligárquico-militar-reformado de posguerra, administrara ¨la paz¨, con importante exclusión popular, con fragmentación de élites izquierdistas en ONGs. Resultado: fracaso de URNG en incorporarse a la vida institucional. Derrota final de (un) ciclo histórico revolucionario (1944-2012), con la elección de Pérez.

La cultura política creada, por el fracaso izquierdista y el reajuste militar-oligárquico al nuevo tiempo y opresión; tienen resultados hoy comprobables: URNG tiene 1 parlamentario indígena cercano al CACIF. La élite se blinda en la SEPAZ, en el OJ cambiando la Constitución institucionalizando impunidad, controlando Cortes de Apelación, intentando calar más en la subjetividad colectiva, haciendo marchas de ¨damas de blanco¨ con ayuda mediática. Ofensiva con impactos psicosociales como la instalación de la desconfianza, polarización y miedo. Impunidad que provoca sensación de indefensión del ciudadano-a. La ética se enajena: víctimas y victimarios son ¨igualados¨ mediáticamente, como igualmente responsables de las crisis (mujeres ¨putas¨ que provocan su violación, ¨indios¨ pobres porque quieren, ejército y guerrilla vergueándose ante un pueblo ajeno, antes en paz).

Como psicólogo trabaje en rehabilitación de ex pandilleros. Conocí la mente criminal, durante una capacitación en la Prisión Estatal de San Quintín, California. Que la criminalidad es una poderosa enajenación. El yo, queda sustituido por el yo de la calle. El gánster y su pandilla, deben ser fuertes y malos para mantener el poder. Poder conquistado violentamente, siempre amenazado por el ¨enemigo¨. La identidad, sentido de vida y autoestima; quedan subsidiarias de la violencia ejercida sobre el ¨enemigo¨. La rehabilitación pasa, según el Insight Prison Project, por ¨desnudarlos¨, despojarlos de su mito violento, dotándolos de su memoria, para devolverle su verdadero ser, desde el cual comenzar de nuevo.

Distinguen entre culpa y vergüenza. El transgresor, comprende sus acciones y sus consecuencias, así como su origen. Logra poder sobre sí, y liberarse de la enajenación criminal. Se conecta con su postergada culpa, se responsabiliza de las consecuencias de las acciones donde dañó al otro y a sí, y por ello; se vuelve capaz de reparar.

En cambio, la vergüenza lo hace sentirse malo. La vergüenza proviene del castigo como pedagogía. La infamia es él mismo, no sus acciones. Para llegar a esta liberación, debe sentir la vergüenza que alguna vez le instalaron sus más antiguos agresores (padres o entornos violentos, su memoria lejana), para aspirar a tener poder propio y hacerse responsable de su destino.

Las cosas en lugar. Desinstalar la cultura política de impunidad e impactos psicosociales, implicaría ordenar la ética: al victimario y a la víctima donde corresponden. Un soldado SÍ debe pedir perdón y ser castigado, igual un violador. Punto.

Los pueblos deben llenar con su identidad al Estado, para que éste tenga memoria y pueda reparar lo hecho. Eso construye confianza, ciudadanía, aumenta la certeza y reduce miedos. Es otra forma de construir poder, de relación y convivencia. ¿Por qué mujeres mayas violadas públicamente en sus comunidades por el ejército deben vivir hoy avergonzadas? Zury Ríos es quien debe avergonzarse por su padre, y este por sus actos. Colocar la vergüenza en el poder opresor, es signo de salud colectiva en una sociedad en transición.

Artículo publicado anteriormente en la Revista Público: http://publicogt.com/2012/09/18/el-lugar-de-la-verguenza/ 

Foto de: Fernando Perdomo Freitas

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