T.O.T.O.N.I.C.A.P.Á.N

Hoy Totonicapán nos enseña una vez más cómo la política se hace en Guatemala. Nos enseña su definición, su praxis, su quehacer.

Tomado de PLaza Pública (www.plazapublica.com.gt)
Gabriela Carrera
Es ante todo una lección de gobierno y de representatividad lo que la Comisión que vino a Guatemala, nos ha mostrado la semana pasada.

Totonicapán es el ejemplo nacional de lo que significa dignidad en este país donde la vida para muchos no es primordial. Totonicapán es hoy el sujeto del verbo sentir, del verbo indignarse, del verbo ser. Ser Guatemala. Punto y seguido.

Totonicapán es hoy la lucha por la Guatemala plural y de la Guatemala que no se rinde Es contradicción y coherencia. Contradicción de un Gobierno de patriotistas que aceptan que el CACIF les revise la plana y les diga que están en el buen camino. Contradicción de un país que dice vivir en democracia y vivimos en el estado permanente de violencia de todo tipo, ante todo de violencia política, que es también violencia por convivir. Es también coherencia con la lucha por la vida y por la voz.

Al ver salir a la Comisión de 48 Cantones ese jueves sobre la sexta avenida, al ver los rostros de esos señores y de esos jóvenes normalistas, a la presidenta, no hay donde perderse: Totonicapán se ha ganado precisamente eso que parece que muchos de los políticos de nuestro país han dejado perdido en el camino: el horizonte del porqué luchar. Es ante todo una lección de gobierno y de representatividad lo que la Comisión que vino a Guatemala, nos ha mostrado la semana pasada.

Deberíamos estudiar esta manera de organización en nuestras universidades y no las ilusiones de democracia que nos hacen creer que podemos ser. En Guatemala no se puede ser un Estado democrático al ejemplo de los países del Norte, simplemente porque los políticos que son parte de ese lenguaje, de esa teoría, no lo quieren. Debemos inventar nuevas formas, con ejemplos distintos, y 48 Cantones debe ser también un referente de ética política.

No éramos más de 15 ese jueves frente a casa presidencial (con minúsculas, porque las mayúsculas también se ganan). No teníamos más que hojas de cuadernos y resaltadores, lapiceros y nuestra voz. Es cierto que no fuimos muchos, pero fuimos y por una vez no nos limitamos a ser, justificándonos con que éramos pocos. Fuimos en su plenitud y en su entereza. Pudimos decirles a los normalistas totonicapenses, a exalcaldes de 48 Cantones que de alguna manera había quién pensaba solidariamente en ellos. Pudimos, desde nuestra humanidad, darles un abrazo y una mirada de apoyo.

Lo que pasó en Alaska, la desinformación, las múltiples versiones, la ridícula voz oficial, el cierre de la cuadra frente a casa presidencial y sus radiopatrullas y agentes encubiertos tomando fotos, son el gobierno que tenemos y sus cómplices. El gobierno no está a la talla de organización de hombres y mujeres –ciudadanos todos– y desesperadamente mata. Mata y justifica, y se hace bolas, y se retracta y debe volver a inventar una mentira.

T.O.T.O.N.I.C.A.P.Á.N es cada una de sus letras, y de sus luchas. Es hoy por hoy el ejemplo de fortaleza, de perseverancia, que pone en evidencia lo que muchos no creyeron hace meses: que se eligió un gobierno cobarde, gallina, pero con armas.

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